Mosaico de las Metamorfosis

Mosaico de las Metamorfosis

sábado, 12 de enero de 2013

Mosaicos en la villa romana. Pavimenta tessellata




Mosaico polícromo, Carranque

La decoración de pavimentos con mosaicos tiene su mayor apogeo en el mundo romano, pero empieza a desarrollarse anteriormente. En Pella, la antigua capital macedonia, se crearon espléndidas imágenes realizadas con cantos rodados de distintos colores.
El empleo de teselas pequeños cubos de piedra dio origen al opus tesselatum,  por el que la aplicación de los materiales era más fácil y rápida y la gama de colores era más amplia. Un pulido más liso y uniforme hacía resaltar el colorido de los mármoles.

Pavimento opus sectile, Ostia
El opus signinum, típico de la época republicana y frecuente hasta el siglo I d. C., se caracterizaba por el enriquecimiento del pavimento con pequeñas teselas en blanco y negro.

Un revestimiento de lujo era la incrustación de lastras de mármol cortadas con diseños geométricos que constituía el opus sectile. En la época de Alejandro Severo la utilización de pórfido rojo y serpentino verde dio lugar al opus alexandrinum. El opus scutulatum consistía en insertar en el mortero pequeños fragmentos de piedra  o mármol.
Generalmente las teselas se cortaban en cubos de aproximadamente 1 cm, y podían ser de cerámica o vidrio. Dependiendo de la composición o riqueza del mosaico, los materiales podían conseguirse de canteras locales o podían ser importados, como algunos mármoles.
Según Vitrubio el primer nivel de preparación para la fabricación del mosaico era el statumen, formado por piedras gruesas; seguía el rudus, con fragmentos más pequeños de piedras mezcladas con un mortero de cal y arena. El nucleus se realizaba con un mortero de cal con productos muy finos, como ladrillo machacado o polvo de mármol. Sobre él se extendía una plantilla para hacer el dibujo y después se colocaban las teselas. Lo último del proceso era pulir la superficie con piedras areniscas. Los otros modelos de mosaico suponían una ejecución y proceso diferentes.

Mosaico blanco y negro, Hospitia, Villa Adriana, Tivoli

Los talleres musivarios se componían por trabajadores especializados que se desplazaban a los lugares donde se les encargaba el trabajo. Por el edicto de Diocleciano sabemos los oficios relacionados con los talleres.  El pictor imaginarius era el creador de la composición decorativa; el musivarius organizaba el trabajo y se responsabilizaba de los aspectos cotidianos de la obra; el tessellarius se encargaba de la colocación de las teselas; el calcis coctor preparaba la cal para la realización de los morteros, el lapidarius structor cortaba las teselas y los caementarius y tirocinum (albañiles y aprendices) preparaban el suelo.

Con la romanización de las nuevas provincias conquistadas, se extiende el uso del mosaico y surgen talleres con un estilo propio. En Occidente destacan las “escuelas” italiana y la africana. La primera con motivos en blanco y negro y desarrollada del siglo I al III d. C. con Ostia, como lugar representativo. La africana con más policromía, motivos vegetales y figurativos, con escenas de caza y de anfiteatro preferentemente. La escuela oriental, con foco principal en Siria, destacaba por el color, su tradición helenista y los temas mitológicos o dibujos figurativos y geométricos.  Los talleres exportaban sus diseños a todo el Imperio, por lo que es habitual encontrar paralelismos en los mosaicos de diferentes regiones del imperio.

Opus vermiculatum, Museo Vaticano

A finales del siglo I. d.C. los artesanos empezaron a copiar en las paredes las representaciones pictóricas, utilizando el opus vermiculatum,  cuya utilización de diminutas teselas permitía una gran precisión en el dibujo. En el siglo IV d.C. los mosaicos murales sirvieron para decorar los palacios imperiales y las iglesias.
 Solo los romanos más ricos podían permitirse un pavimento de mosaico, que era signo de ostentación y poder.  A  partir del siglo IV d. C. el arte del mosaico empezará a decaer al haber escasez de materias primas. La simplificación de formas y la reducción de la policromía se irán imponiendo, hasta que el alto coste hizo imposible mantener su realización en el ámbito privado y su uso se restringió a los edificios públicos y religiosos. Con el reconocimiento del Cristianismo comienza el apogeo de los mosaicos en pasta vítrea y el abandono de la decoración de suelos y  su traslado a muros, bóvedas, arcos y cúpulas y el comienzo del arte bizantino.