Mosaico de las Metamorfosis

Mosaico de las Metamorfosis

martes, 23 de abril de 2013

Pintura en las villas romanas




Villa de los Misterios, Pompeya

La función de la vivienda pompeyana era proporcionar a su propietario el lugar más agradable posible donde relajarse, pero también ofrecerle un entorno figurativo y lujoso para celebrar reuniones y encuentros. Este estilo de vida no era patrimonio exclusivo de los aristocráticos y los individuos acomodados, sino que poco a poco fue adoptado por más clases sociales que empleaban esas espléndidas ornamentaciones para poner de relieve la posición y cultura que habían conseguido. La pintura mural era una de las preferidas entre las múltiples creaciones artesanales empleadas por los decoradores pompeyanos.

Pintura jardín de casa de Livia en Prima Porta, Museo Nacional de Roma

Sofisticada arquitectura, exuberantes jardines, vistas de paisajes, animadas escenas de la vida cotidiana y naturalezas muertas ocupaban paredes enteras, aunque los temas favoritos eran las pinturas que representaban escenas mitológicas de los griegos.


Narciso, villa Octavius Quartus, Pompeya

Un pictor experto podía reproducir cualquier variedad vegetal, especie animal y todos los elementos de un jardín real, incluyendo enrejados, balaustradas y fuentes de agua rezumando, en ambientes cerrados para que los dueños pudieran recrear la vista.
La pintura mural romana suele ser al fresco, es decir, los colores se aplicaban sobre la capa final del enlucido cuando aún estaba fresco. El enlucido romano se componía de gravilla fina en las capas iniciales y polvo de mármol o arena volcánica en la capa superficial, a veces reforzado con caolín para mayor brillo de la superficie final una vez abrillantada.
La complejidad del proceso de realización de la pintura mural nos hace suponer cierta planificación previa. Probablemente, los talleres tendrían un repertorio de motivos en pergamino, pero incluso así, tenían que ser  adaptados a las dimensiones de cada pared concreta. Las escenas figurativas eran encomendadas a un especialista, al que se llamaría pictor imaginarius, el cual en el Edicto de precios de 301 d.C., ganaba el doble que el pictor parietarius, pintor de los recercados o marcos.

El estuco romano se solía hacer con agua, polvo de mármol y cal aplicado con relieve sobre unas capas preliminares de mortero de cal (agua, cal y arena). El estuco se aplicaba directamente sobre la capa de base aún fresca, a la que se daría rugosidad para recibirlo. Los pigmentos, mezclados con agua, se aplicaban entonces a esta superficie mientras estaba todavía húmeda. El negro se hacía de sarmientos quemados mezclados con gluten. El más común era el rojo cinabrio, el famoso rojo pompeyano. Plinio divide en dos categorías los pigmentos: los floridos, materiales caros y raros, como el minium (bermellón), armenium (azurita), chrysocolla(malaquita), cinabrio, índigo y púrpura Tiria. El patrón se encargaba de proporcionarlo y pagarlo; los austeros, suministrados por el artista, incluían ocres, tierras, tizas y el compuesto sintético azul egipcio.

Los estilos pompeyanos
Primer estilo o de incrustaciones (s. IV – I a.C.) Imitaban bloques de piedra o placas de mármol de  finas vetas encontradas en los muros de los palacios helenísticos.
Segundo estilo (80 – 15 a.C.) o arquitectónico. Se imitaban espacios arquitectónicos y se introdujo la perspectiva quizás bajo la influencia de los escenarios teatrales. Los pintores crearon la ilusión de que la vista del espectador se extendía más allá de los muros alrededor, incluyendo los paisajes con jardines. A menudo representaban contraventanas descansando en cornisas, rollos de papiro, o vistas desde las ventanas.


Villa Popea, Oplontis, Italia

Tercer estilo (15 a.C. – 50 d.C.) u ornamental.  Desde Augusto a los primeros años del reinado de Claudio. La decoración se hace extremadamente fina y lineal. Desaparecen los efectos espaciales arquitectónicos, pero la decoración sigue enmarcando cuadros con figuras o paisajes. También se representan escenas bucólicas, inspiradas en Virgilio.

Cuarto estilo (50 a.C. – 79 d.C.) o de ilusionismo. Hay un interés por los espacios y la sensación de profundidad, y se crea una ilusión arquitectónica. Se incluyen cortinajes, animales fantásticos, amores infelices. Las figuras ocupan gran extensión e importancia, ocupando el lugar que hasta entonces tenía la escultura, en la necesidad que el romano sentía siempre de imágenes. 

Casa del Poeta Trágico, Pompeya


En Roma se conservan pinturas del siglo III d. C. en las casas del Celio, con motivos paganos y algunos que ya se pueden considerar de temática cristiana.





En España no quedan muchos restos de pinturas al no haberse conservado, pero lo que se ha encontrado sigue los modelos de las villas itálicas y la evolución que se produjo en los siglos del Imperio hasta la llegada del Cristianismo.

Pintura mural, Museo Zaragoza
En las villas tardorromanas del Bajo Imperio, como la del Munts, en Tarragona, se pueden ver paredes con pinturas en habitaciones, en las que suele haber un zócalo imitando otros materiales, y con el rojo como color predominante.